En diferentes campos y ámbitos se puede establecer que cosas o aspectos son visibles por su presencia física o material y cuales asumen un carácter invisible no solo porque los sentidos no los perciben, sino que en muchas ocasiones a pesar de tener a la vista algo tangible, no se detectan o por falta de interés se desconocen o se cruza por frente al objeto sin que sea visualizado para unos y otros que lo determinan pueden hacer caer en cuenta que está presente y es real.
En los pueblos por la rutina de caminar su ambiente rural y urbano se establecen de memoria los diferentes sitios más visibles y otros que pueden estar ocultos que no son tan llamativos pero que existen, existen.
Para el caso de Moniquirá, se quiere llamar la atención acerca de los lugares, edificaciones, plazas, calles, caminos, construcciones públicas que haciendo parte del territorio se pueden asumir como visibles e invisibles para connotar que en la medida que se reconozcan, le darán un sello de identidad y apropiación a sus habitantes para hablar de lo que se posee y se diferencia de otras municipalidades.
Haciendo un recorrido invitamos a los moniquireños a volver a pasar por los sitios o detenerse a mirar bienes materiales que están desde hace décadas y que sin embargo poco sabemos de su historial y existencia:
El Parque Simón Bolívar
Moniquirá en sus inicios fue poblándose alrededor de la Plaza Principal, rodeado por sus cuatro costados de casas coloniales como eran la mayoría en todo el pueblo. En la Plaza se realizaba el mercado semanal como las primeras ferias y fiestas con amplia programación, incluyendo las concebidas corridas de toros en circos improvisados de madera en forma rectangular que luego se convierte en Parque, lleno de senderos, jardines y plantas ornamentales. (Las primeras palmeras fueron donadas por Segundo Bàcares Echeverry, quien las trajo de Cúcuta).
El mercado se traslada de sitio, que posteriormente se convierte en Parque Santander (1916) donde se expendían todos los productos y mercancías al mismo rayo del sol, exceptuando las ventas de comidas, protegidas por los conocidos “toldos”, mueble cubierto por tela de diagonal que le daba gran vistosidad a la plaza. En 1940 en fecha del centenario de la muerte de Francisco de Paula Santander se instala un busto en su conmemoración y homenaje.
El Parque Simón Bolívar se ha constituido en el centro de la población considerado como la sala de recibo a turistas y visitantes. En 1966 el gobierno de Venezuela con su embajador Miguel Ángel Burelli Rivas donó el busto de Simón Bolívar, tomando el nombre en memoria del Libertador.
El Parque perdió su encanto enmarcado por las casas coloniales para contar al día de hoy con un diseño ecléctico que desdibujó su real sentido urbanístico.
Lo han visto y en silencio mudo, los secretarios de planeación continúan dando autorización de construcción de moles sin ningún plan de ordenamiento arquitectónico.
El palacio municipal o consistorial.
La construcción de la Consistorial de Moniquirá se inició en la década de 1.880. La primera parte que comprende el actual frente del edificio, tiene una arquitectura republicana, iniciada en la década de 1.920 y terminada de construir en 1.940 (Daniel Ayala fue uno de los constructores). Este edificio fue entregado por el Magistrado moniquireño, Luis María Ortiz Muñoz (Ludovico).
Los cuatro pisos del área de juzgados, fueron levantados en la parte posterior de la alcaldía, durante la segunda administración de Hernando Flores Osorio (1.980-1.981). Entre 1.990 y 1.992 se remodeló todo el edificio. Las obras de cambio de los pisos de madera por planchas de cemento y el reforzamiento estructural del edificio de la alcaldía, se realizaron durante el segundo semestre de 2.009, siendo alcalde Wilson Rubiano Rubiano. Fuente: Josué Pinzón Soto.
En la parte posterior de La Alcaldía, funcionó la Cárcel Municipal con tres patios: Uno para detenidos por pocos días; el segundo, para sentenciados por dos o tres años y el tercer patio asignado a las mujeres. Como anécdota se conoció que, a los presos o internos un tanto rebeldes, los lanzaban de un culatazo por la escalera de 21 gradas que comunicaba el patio superior de la Alcaldía a los bajos sótanos de la Cárcel municipal.
La Cárcel del Circuito Judicial de Moniquirá, hasta el año mil novecientos ochenta y cuatro (1984) funcionó en el Palacio Municipal.
Ese espacio, se adecuó posteriormente para el funcionamiento de La Escuela de Música y Danzas de niños, niñas y jóvenes de Moniquirá. Ver creyendo. Por fin al 2023, se traslada la Escuela de Música a una sede escolar situada en el Barrio Ricaurte.
Templo o iglesia de Moniquirá
El récord histórico de construcción de capillas y la iglesia de Moniquirá, se registra en 1570 levantadas seguramente por los curas dominicos, siguiendo patrones en rústicos y techada con paja.
El segundo templo de 1695 a 1765 de una sola nave, cobijado de teja, espadaña colonial para la campana y balcón doctrinero.
El tercer templo lo adelanta el Padre Joseph Gavino a partir de la fundación de la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores e inicia la construcción del templo en 1765 de materiales de cal y canto. En 1779 se cambia su nombre por el de Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Moniquirá.
El templo para ese entonces era una sencilla capilla doctrinera de una sola nave con altar, frontis colonial, pabellón de la torre al estilo castellano y enmaderamiento con molduras en cada frente como lo acostumbraba la época al igual que la parroquia de Villa de Leyva.
Este templo perdura por cerca de 100 años hasta 1886, cuando se inicia el proceso de sustitución por el cuarto templo de tres naves que ayudaron a construir los Generales Jesús Ulloa Pinzón y Nepomuceno Merchán y varios vecinos de aquel tiempo. Importante tener en cuenta que, de esa época data la parte de piedra del frontis de la actual iglesia, es decir, el cierre de las tres puertas como se observa, el borde grueso de piedra que separa la primera parte del frontis con la arquitectura que sigue hacia arriba. Quizá esa es la única parte antigua que tiene el templo actual.
En 1918 y 1919 se construyen las dos torres, terminación del frontis y el atrio en pedrusco que se concluye en 1921 conocida como la quinta intervención y segunda etapa del templo colonial de Moniquirá. “El año de 1929 terminaron la obra los señores: J.L. Espitia, L. Espitia y A. Parra.” Fuente: Placa en frente de la iglesia.
El estilo arquitectónico de tipo manierista surgido en Roma en 1527 de la influencia de maniera de los grandes maestros del renacimiento clásico como Miguel Ángel y Vignola. Es un estilo austero caracterizado por el abandono de sus proporciones clásicas del renacimiento. Sus volúmenes y manejo de luz y sombra se acentuaron más tarde en el arte barroco. Las puertas, ventanas y columnas con arcos ojivales para sostener el techo, tienen la influencia del gótico tardío o gótico isabelino, con vitrales de una escuela con tendencia florentina y que a la postre, se mantienen como el templo vigente. “En 1983 se tiene el apoyo para la construcción de unos Padrinos: Pedro Francesconi, Nepomuceno Parra, Marcelino Ulloa, Pascasio Triana y Narciso Parra.” Fuente: Placa al frente de la iglesia.
Por los años del 40 al 50, se define la construcción del nuevo templo o sexta intervención a partir de lo existente con planos del ingeniero Alfonso Cuervo Guerra con apoyo del Maestro director don José María Rojas. Le imprimen un estilo sencillo, airoso, económico que eliminara el uso de maderas y copara las necesidades de progreso de Moniquirá. “El Frontis es transformado siendo Párroco el Prbo. Alfonso María Rodriguez, El Ing.-Arq. Juan de la C. Guevara G. bajo la coordinación de Jesús Roa R.” Fuente: Placa al frente de la iglesia. (El anterior registro sobre la historia constructiva de la iglesia o templo de Moniquirá se tomó del libro “Moniquirá, recorrido histórico” de Josué Alberto Pinzón Soto. Cachipay).
Otro detalle, no tratado en la historia de la Iglesia de Moniquirá, es la presencia en sus torres principales de ocho gárgolas con forma de animales (de especies no conocidas) que son provenientes en la arquitectura de la edad media, especialmente en el arte gótico. En la literatura, se describe la función de éstos seres de custodia o guardianes a los templos y también como asustadores a los pecadores. A la misma altura de las torres en su cima, se encuentran dieciséis astas protectoras. Y a nivel del frontón en su parte baja, dieciocho columnas en series de tres en seis grupos, que se ubican al lado y lado de la puerta principal y las dos laterales y sobre ellas, seis cóndores mirando al parque principal en actitud vigilante.
Se considera que por los años de 1944, éste frontis fue transformado, siendo párroco el Presbítero Alfonso Ma. Rodríguez y el Ingeniero-Arquitecto Juan de la C. Guerra G. (Ver placa incrustada al pie, en la parte frontal de la iglesia). Los dos al parecer conocedores de la importancia de colocar los apliques y artefactos como los hemos descrito: Gárgolas, astas, columnas y cóndores que le imprimen al templo de Moniquirá, una mirada artística para ser destacada a los visitantes de la ciudad.
El 11 de septiembre de 2010 la Iglesia de Moniquirá, fue elevada a la dignidad de Basílica Menor por su Santidad Benedicto XVI y consagrada por monseñor Aldo Calvani Nuncio Apostólico de Colombia.
Por iniciativa del Padre Salomón, siendo párroco de la Basílica (2005-2018) y dando continuidad a la instalación de vitrales de 1960, se colocan seis vitrales más al interior y uno en el oratorio, diseñados y construidos por el Maestro José Charlot V. Esta presentación del templo se puede constituir en un atractivo de turismo religioso para Moniquirá.
PD. En próximas columnas se continuará haciendo visible otros escenarios que permitan a todos, ganar en identidad y apropiación del territorio.